Entre los miles de viñedos que pueblan Italia, el Sangiovese ocupa un lugar especial. No es solo una uva, sino un símbolo cultural que refleja las colinas toscanas y el alma italiana.
Sus orígenes se remontan a la antigüedad: las primeras menciones de esta variedad aparecen ya en crónicas romanas. Hoy, el Sangiovese es la base de vinos tan célebres como Chianti Classico, Brunello di Montalcino y Vino Nobile di Montepulciano.
El Sangiovese tiene piel fina y un perfil aromático complejo. En sus vinos se encuentran notas de cereza, violeta, frutos rojos, además de matices especiados y terrosos.
Su rasgo más distintivo es la capacidad de “hablar” el idioma del terruño. En suelos arcillosos da vinos estructurados y potentes; en los arenosos, vinos ligeros y fragantes; y en laderas pedregosas, vinos minerales y elegantes.
«El Sangiovese no es un solo sabor, sino mil voces de la tierra que se unen en una sinfonía de vino.»
Chianti Classico — el vino más famoso de la Toscana, donde el Sangiovese muestra su frescura y viveza frutal.
Brunello di Montalcino — un vino monumental, elaborado exclusivamente con Sangiovese Grosso, capaz de envejecer durante décadas.
Vino Nobile di Montepulciano — una interpretación armoniosa y elegante de la variedad.
El Sangiovese también participa en coupages con Cabernet Sauvignon y Merlot, dando origen a los llamados «Super Toscanos», vinos que revolucionaron la enología toscana.
El Sangiovese es más que una uva: es patrimonio cultural. Une las tradiciones campesinas con el prestigio de las grandes bodegas.
Hoy también se cultiva fuera de Italia —en California, Argentina y Australia— pero la Toscana sigue siendo su verdadero hogar.
El Sangiovese es el alma de la Toscana y el orgullo de Italia. Su versatilidad y su fuerte vínculo con la tierra lo convierten en un símbolo eterno de la armonía entre naturaleza y ser humano.
Roberto Cipresso
Sommelier, consultor enológico y autor. Experto en terruño y viticultura sostenible.