Después de haber explorado las formas redondas y envolventes de la dulzura, hoy nos adentramos en una percepción que es su opuesto exacto: una rotura repentina, un tirón que arrebata el protagonismo. Hablamos aquí de la acidez.
Es un sacudón, un choque necesario para introducir algo nuevo. He seguido esta huella no sólo en el vino, sino también en el arte, pensando en los colores irreales y "ácidos" con los que Rosso Fiorentino rompió los equilibrios del Renacimiento. La he encontrado nuevamente en la música, en la voz rasposa de Janis Joplin que sacude y encadena el oído, o en el Punk, una revolución alegre y caótica.
He descubierto que toda verdadera revolución surge de una "nota ácida". Pequeña muestra de un viaje que espero os apasione.
Roberto Cipresso
Consultor enologo y autor. Experto en terroir y viticultura